Su materia prima base es el carbón, el contenido de impurezas tiene que ser muy bajo porque disminuyen su refractariedad. A veces se añaden magnesio o aluminio como aditivos para evitar su oxidación en atmósferas oxidantes a cambio de reducir otras propiedades. Tiene una aceptable resistencia al choque térmico y no es mojado por muchos metales fundidos ni por sus escorias, pero se oxida fácilmente a partir de 400ºC, por lo que su aplicación se limita a atmósferas reductoras como por ejemplo, hornos altos, de ferroaleaciones, de fabricación de carburos metálicos (de arco sumergido,…)